𝗘𝗟 𝗔𝗕𝗨𝗘𝗟𝗢 𝗬 𝗘𝗟 𝗣𝗘𝗥𝗗Ó𝗡.
Una vez escuché al Abuelo hablar del Perdón y decía:
Perdona y pide perdón, también perdónate a ti mismo, porque no existe alivio más dulce y mayor que el perdón.
Perdona y pide perdón porque si no hay perdón tu vida se agita, se nubla, se seca y tú cuerpo y alma se debilitan.
Perdona y pide perdón porque si te hirieron o heriste la herida no la sana ni el tiempo, ni el alcohol, ni otro clavo. La herida sólo cicatriza cuando perdonas y te perdonan.
Perdona, atrévete a perdonar y pedir perdón porque cuando hay perdón obsequias paz y tendrás paz.
Perdona y pide perdón porque sino lo haces te convertirás en juez de lo que te irrita y en tu propio juez.
Perdona y pide perdón, vacía tu alma de las tormentas
porque si te hunden también te ahogan.
Perdona como perdona una madre, que la generosidad y nobleza de su corazón no conoce rencor ni condena.
Perdona, recibe el perdón y pide perdón, es un regalo divino, porque bendice la vida de quien lo da y bendice la vida de quien lo recibe.
Perdona, y coloca el perdón frente a ti como un sol.
Perdona y permite que el aroma fresco del perdón perfume tu alma.
Perdona porque cuando perdonas aprendes, bendices, cambias y avanzas.
© Marcela J. Villalón
Diciembre 2020