Entendí que hay puntos finales que son el inicio de muchas historias. Acepté que en este viaje habría personas que solo se quedarían un rato. Aprendí a dejar marchar a quien no se quería quedar. Comprendí que hay carreteras para todos y que el mundo tiene que girar. Entendí que no todas las personas harían por mí lo que yo puedo llegar a hacer por ellas y que algunas podrían llegar a hacerme a mí lo que jamás hubiera hecho yo. Acepté que para continuar no se puede mirar atrás. Aprendí a colocar dos puntos más al final y hacer que mi historia no se detenga. Comprendí que la vida sigue... y yo con ella.
Emilio Leiva.
Profesor.