Prometí no llevar la carga de los rencores, porque hunden el corazón y quitan la sonrisa.
Prometí dejar atrás a las personas que tiñen de gris mi mirar, porque aprendí a entender que son callejones sin salida.
Prometí llorar cuando lo necesite pero sólo para no sentirme tan pesada, porque las lagrimas que no se liberan, pudren mi paz.
Prometí no soltarle la mano a mi niña interior, porque a su lado sé que no voy a perder la inocencia.
Prometí no silenciar mi arte, porque las veces que lo hice, me costó respirar.
Prometí alejarme a tiempo de los sitios en los que me ahoga estar, porque me respeto.
Prometí disfrutar más, porque al fin y al cabo, la vida es sólo un suspiro.
Prometí mirarme más a los ojos frente al espejo, contemplarme y amarme, porque soy mi propio hogar y lo llevo conmigo a donde quiera que vaya.
Prometí no dejar de escribir, transformar la palabra en medicina cuando me enfermo de vanidad, porque soy humana.
Prometí todo esto y mucho más, porque lo merezco.