Lo mejor que hice en la vida fue aceptar las derrotas. Me trajo una paz indestructible. Dejé de luchar en guerras perdidas de antemano. Tiré las armas, recogí las uñas y guardé los dientes. Entendí que quién quiere estar contigo, está sin más. Partí en pedazos las excusas y las fui esparciendo por campos del ya me importan una mierda. Rescaté de la oficina de los objetos perdidos, mi dignidad. Me la puse, y me di cuenta de que no tengo menos valor porque no me quieran, simplemente no era la horma de su zapato.
No me conformé, solo acepté. Camino nuevamente, no llevo mochila, voy ligera hacia donde la vida me vuelva a llevar.
Mariam Gancedo autora