“Ya no me aferro tanto a la idea de querer tenerte cerca,
ya no te necesito tanto, ya no pesa tu ausencia.
El tiempo parece tener sentido,
el viento ya no dice tu nombre y la soledad me parece buena.
Te quise mucho, tanto o un chingo. Aunque relativamente suene a lo mismo.
Cada día era en mayor cantidad,
Y sí, parecía que a ti te daba lo mismo.
Sin embargo yo me empeñaba en demostrártelo cada día un poco más de forma diferente.
Tú no me quisiste ni poquito.
No te culpo, a veces llegan demonios tan fuertes que no sabes lidiar con tal infierno.
Te he dejado pasar, cariño mío.
Entendí que no eres bueno, aprendí amarme sin pretender que alguien lo hiciera por mi.
Le he encontrado sentido a la vida, amor al desorden y un sutil toque de obsesión a mi persona.
Primero yo, después yo, al último yo.
No es egoísmo, amor se llama.
Comprendí que cuando no se tiene amor propio, no se puede amar alguien más. Por eso fue que tú, ni quererme pudiste.”
Mariana Dottor.