“Mañana prometo elegir mis batallas y dejar de lado el ego, dejar de apurarlos para que sigan mi agenda. Mañana prometo no descargar mis frustraciones con ellos. Pero esta noche, en la que siento que el caos cotidiano me ha chupado todas las energías dejándome como zombi mirando un punto fijo, prometo dejar de culparme. Y en lugar de martirizarme en una esquina de la cama, dormiré abrazada a mis hijos, pidiéndoles perdón entre susurros y perdonándome a mí misma por los errores cometidos. Con la absoluta certeza y la suficiente humildad como para aceptar que lejos de ser una madre perfecta de catálogo soy humana, y a mi manera, y con mis recursos trato de ser mejor cada día, porque al final de cuentas, un tropezón no es caída”-
Ana Acosta Rodríguez, fragmento de mi libro “La metamorfosis de una madre”