Así me siento yo muchas veces en mi día a día: Con la mochila cargada de agotamiento y culpa:
Por ponerte la televisión cuando me prometí que no te la pondría antes de los dos años.
Por terminar el día y pensar que debería haber jugado más tiempo contigo. Por perder la paciencia diciendo:
“¿Y ahora queeeeeeeeé pasa?” Cuando en realidad lo único que te pasa es que necesitas de mí para regularte.
Por sentirme bien cuando tengo un rato para mi misma y querer más (y más). Por olvidarme de la revisión médica.
Por sentirme perdida muchas veces y no saber qué necesitas en todo momento. Se supone que las madres
“entendemos a nuestros hijos” pero a veces...no se qué te pasa. Cuando veo a otros niños/as de tu edad haciendo cosas que yo aún no te he enseñado. Y me pregunto “¿Lo estaré haciendo bien?” Por no hacer platos tan elaborados y bonitos como los que veo a través de redes. Por no tener los juguetes de moda tan preciosos y caros que alegran cualquier fotografía. Por llevarte a la escuela en breves y no poder explicarte ni anticiparte cómo y cuándo será el cambio. Por cada “NO” que te digo. Me duelen tanto...aún cuando me repito a mi misma que “Los niños necesitan límites.” ¡A la m...la psicología! En definitiva, por no ser la madre perfecta que alguien como tú se merece. Y aún así, soy tu todo: