QUERIDO 2022.
Me has dado demasiadas lecciones, no quería aprender tanto. Has sido muy duro, una gran piedra en el camino y no, no me he enamorado de ti, pasarás a la historia como el año que perdí más que gané. Como una flecha directa al corazón, de las que te atraviesan y te hacen dejar de ser traviesa. Año de despedidas, de idas y venidas, de esperas, de ‘peros’, de agotamiento del que te nubla la razón. Vaya, 2022, que has sido una nube negra que ha descargado con mucho tesón.
¿Y sabes qué? Que he sentido frío en pleno verano, pero hay personas que son abrigo. Gracias. Mil gracias a esas personas que te levantan, te alientan, te animan. Sin duda, es mi “año de las personas”. Gracias, 2022, porque me has enseñado quién está en las buenas y en las muy malas. Gracias por mostrarme quién me quiere bien. El año del descubrimiento. No miento, he sentido el cariño y el amor de los que no me conocen. He abrazado mucho y me he quedado a vivir en esos abrazos. He llorado, pero también he reído.
Qué te voy a contar que tú no sepas. Como si un juego de barcos se tratara me has tocado y hundido, por suerte sé nadar y he naufragado en una isla que me ha dado muchas alegrías. ¿Qué te pensabas? ¿Qué me iba a ahogar? No, tengo salvavidas y faros y arrestos suficientes para echar el resto.
He sido capaz a pesar de todo, me he levantado, aunque me has zarandeado hasta perder el control. 2022, me has dolido. Me has molido. Pero, oye, no te guardo rencor. Aguardo. Ahora soy más sabia, más consciente. Y tú, como maestro, has suspendido. Pero yo, como alumna, he aprobado… y con nota.
PD.1. A las que han tenido y sufrido un año duro. Vamos. Hay que levantar el vuelo. Si yo puedo, tú puedes.
PD.2. Mis palabras del 2022: SEGUIR y CALMA. ¿Y las tuyas?
PD.3. Hoy a color, que se vean bien las estrellas.
