Cuando sientas frío: piensa en un sol radiante que ya te ha calentado.
Cuando sufras una derrota: acuérdate de tus triunfos y tus logros.
Cuando necesites amor: revive tus experiencias de afecto y ternura.
Acuérdate de lo que has vivido y de lo que has dado con alegría.
Visualiza aquel atardecer que te emocionó. Revive esa caricia espontánea que se te dió. Disfruta nuevamente de la paz que ya has conocido, piensa y vive el bien.
Allá, en tu mente, están guardadas todas las imágenes y sólo TÚ decides cuáles has de volver a mirar.
Recorre tu vida y detente en donde haya bellos recuerdos y emociones sanas...
Y vívelas otra vez!