A veces siento mucha tristeza, Una tristeza opaca y llena de desaliento. Un océano profundo de lágrimas atascadas que gritan salir, pero las cuestan tanto, que se convierten en hielo...
Entonces por un instante, en esas veces que me invade la tristeza, me entrego misteriosamente a ella, me deleito de su grisácea apariencia, me tumbo y la pregunto; ¿ Que vino a enseñarme?,¿ De que no estuve atenta?, ¿ Que olvide de mi?.
Y sin querer y sobre todo, sin poder evitar, todo mi interior se funde, se deshiela, dejando que ese océano de lágrimas congeladas emanen como torbellinos de mis ojos. Y es ahí cuando la sal de mi propio Ser limpia y purifica mi alma..