¿SABES CUANDO FALLAMOS?
Fallamos cuando: Valoramos más a los de fuera, que los que son de nuestra propia casa.
Fallamos cuando: Escribimos grandes textos de homenajes, o planeamos fiestas para amigos o apenas conocidos, y olvidamos
homenajear todos los días a nuestra familia.
Fallamos cuando: La copa bonita es para las visitas, pero para los de casa, la taza quebrada.
Fallamos cuando: Nos empeñamos tanto en agradar a los demás, pero para hacer un favor para la madre, es un peso.
Fallamos cuando: en las ruedas de amigos, o en las redes sociales exhibimos un amor incondicional por nuestra familia, pero en casa rechazamos llevar un vaso de agua para ellos.
Fallamos cuando: Queremos ejercer todos los ministerios, cuando nuestro mayor ministerio que es la familia, está desenfocado, despreciado, dejada de lado, hijos que no quieren saber de Dios porque nunca les dimos la prioridad correspondiente de pequeños.
Fallamos cuando: Oramos más por miembros de la iglesia y les damos todos nuestros mejores consejos, les animamos y tenemos paciencia escuchando sus problemas; pero al llegar a casa, simplemente no hacemos lo mismo con nuestro cónyuge e hijos.
Nuestro mayor y primer ministerio a ser ejercido, es en el ámbito familiar; si ese ministerio no es exitoso, ningún otro será. El cónyuge y los hijos son después de Dios.
Por tal razón quien quiera ser luz a las naciones y llevar a los pies de Cristo al mundo; debe primero comenzar por ser luz en el seno del hogar, siendo un ejemplo de cónyuge para su pareja y ejemplo de padre/madre para sus hijos con su forma de servirles, honrarles y tratarlos y ser siempre primero para ellos el buen samaritano, antes que serlo para los demás.
La Familia es el bien mayor del ser Humano.
¡Cuidémosla!
Recuerda siempre que:
¡DESPUÉS DE DIOS, LA FAMILIA ES PRIMERO.