En ocasiones la madurez llega con los años, pero otras lo hace con los daños, y maduramos a base de decepciones y caídas. No obstante, todo ello nos ayuda a crecer.
Madurar es ser feliz sabiendo que no todo es perfecto. Es crecer con aprendizajes, avanzar, evolucionar con la vida y conocer los ritmos que se pueden llevar para elegir un camino. También es subir montañas y confrontar vivencias, fortalecernos con los sentimientos de vernos en la obligación de tener que lidiar con el malestar es una fuente de aprendizaje, cambio y crecimiento.