Gracias por amarme, gracias porque no me señalas y estás dispuesto a seguir apoyándome, gracias por tu compañía, sana toda herida de mi corazón, el milagro de tu presencia lo puede todo, te amo sobre todas las cosas porque sé que eres mi Padre Celestial. Acércate a mí, sólo Tú me puedes liberar de mis enemigos, Tú más que nadie conoces los dolores que tengo dentro de mi corazón.
Hoy reconozco que Tú eres realmente la felicidad, derrama todas las cosas buenas sobre mi vida, inúndame de tu Espíritu Santo, quiero contar con tu ayuda constante, sé mi consolador en todos los momentos de la vida, ponme en tus manos, lléname de tus dones.
Toma posesión de mí, que vea con tus ojos, que pueda dormir feliz en tus brazos. Amén