porque en ti no había un espacio que yo pudiera habitar;
porque a alguien que nada quiere recibir,
nada se le puede dar.
Porque mis aves entraban en tu cielo y se congelaban de indiferente frío;
porque mis navíos naufragaban en tu tempestad;
porque las aguas de mi mar
se secaban en tu río,
porque mi vuelo y tu vuelo eran de desigual velocidad.
Me alejé de ti
porque marchitabas mis girasoles naciendo,
porque tu muralla era más alta que mi desahuciada poesía;
y mis heridas
las abrías sin intención,
pero igual dolía.
Me fui de ti
porque me di cuenta
que yo era la nota de una canción…
que jamás cantarías
y porque irse también es amar.