Hay días grises de dolores obstinados que se vuelven muy difíciles donde los pensamientos no apresan, pero jamás olvidemos que darnos por vencidos no es una opción. Los inquebrantables no nos rendimos porque no queremos y ni por un segundo pensamos en detenernos a pesar de tener en contra de nosotros las opiniones. Aceptamos que hemos perdido batallas, pero seguimos sin ser vencidos porque siempre hay un motivo para estar orgullosos de lo que uno hace, aunque solo sea la satisfacción de haberlo intentado. No existe la culpa por soñar e intentar un poco más, solo intentando una vez más se resurge cada vez que uno de nosotros se cae.
En mi yace esta incomprensible terquedad de buscar la forma de mejorar a cada instante y si no sucede la mejora, no pierdo el anhelo ni el deseo porque amo con recelo la terquedad de no claudicar. Es evidente que hay un lugar en la mente de todos donde tenemos un gigante que nos empuja a ser consecuentes
A mí me parece asombroso mirar a quienes tienen una absoluta entrega en los asuntos más cotidianos, aprendí a ver a mi madre con perplejidad demostrando el amor que le tiene a la vida, su entrega me saca de una realidad y me lleva a otra y a ustedes me hacen no parar jamás, sin importar a cuanto he ayudado ya que son ustedes los que me han salvado también a mí.
Buenos días...