Solo quien vive una relación tóxica puede dimensionar el dolor del maltrato, la indiferencia, o la maldad de quien dice amarle. Y cuando quiere terminar, esa persona manipuladora se vuelve una dulce ovejita que pide perdón, y con lágrimas promete cambiar. Pero al poco tiempo, todo sigue igual. O peor. Porque quien te manipula no ama. Solo te usa y te abusa, hasta que tú lo permitas.
Lee una vez. Dos veces. Tres. Y deja que tu mente reflexione!
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