Cuando alguien te lastima o
te hace daño, genera su propia
siembra, y cosechará su maldad
multiplicada, a su tiempo.
O sea, crea su propio karma.
Y tú no tienes que hacer nada.
Ahora, si tú reaccionas con
maldad o venganza por el daño
que te hicieron, también creas
tu propia siembra, que un día
te alcanzará. Pero es mucho
mejor perdonar y vivir en paz.
Y dejar que Dios haga las cuentas.