Un día hace tiempo, a escondidas del mundo, decidiste quitarte de vez en cuando los zapatos y probar a dejar una huella fuera del camino.
Te miraste en el espejo, hiciste las paces contigo misma y te sentaste a escucharte, lista para tenderte una mano y abrazar tu esencia.
Gracias a aquella voz, que era la tuya, te atreviste a imaginar otra vida en la que podrías ser completamente feliz.
Te diste permiso para soñar.