Dios te conoce perfectamente. Y por eso te ama cada día más, aunque tú no comprendas que ve en ti. Porque Él conoce los traumas de tu vida, que se grabaron para siempre en tu alma. Sabe del profundo dolor del abandono que sufriste a edad temprana, o la violencia que pasaste con tu padre alcohólico y violento, o el maltrato de tu madre, frustrada con la vida por tanta pobreza o necesidad, porque así fue criada ella, con violencia y falta de amor. Él sabe de ese abuso, de esa violación, de ese profundo sufrimiento que aún no se sana. Y por eso Dios te mira con compasión, porque sabe de tu dolor. Y te comprende, a pesar de todos tus errores y pecados. Sí, Dios sabe las luchas que hay en tu mente por todas las cosas que te dominan, que te atrapan, que te alejan. Pero siempre te espera, como Padre que te ama. Sabe de esas pasiones desordenadas que aún no puedes superar, de esos vicios, de tus maldades, o de tu amargura con la vida. Sí, Dios te conoce perfectamente, y te ama igual. Él se acuerda que tú eres polvo, y por eso te mira con compasión. Y está confirmado: Siempre te espera, como el padre a aquel hijo que se perdió en el mundo, pero un día volvió a casa. Él sabe las luchas de tu alma, por esas cosas que aún no puedes cambiar, pero te promete que seguirá trabajando en ti para darte la fuerza para seguir. Sí, tú eres el proyecto de Dios. Porque a pesar de todo... Dios te ama con amor eterno. ¡Vuelve a casa!
(Léelo una vez, dos veces, tres. Despacio. Copia, pega, analiza. Y agradece. Porque Dios es bueno, y su misericordia contigo es para siempre!)