Que Dios permita a la tierra sanar de nosotros y nos haga más sensibles, más humanos.
Que apaguemos las luces de afuera y dejemos brillar a la naturaleza.
Que las luciérnagas iluminen nuestros senderos y las algas sigan iluminando nuestras costas.
Hoy la tierra nos enseña que lo más bello de la vida sigue siendo lo que no se compra.