Dejé mi " demasiada ingenuidad " en el pasado adquiriendo la cantidad correcta que me permite no ser " maligna ", pero tampoco tonta.
He perdido esa sensación de " fracaso " que a menudo cargaba encima gracias a los que me hacían sentir mal y hoy tengo la convicción de que no todos o todo lo que " pierdes " es una derrota. Dejé de creer que ser sinceros equivale a recibir lo mismo, pero he aprendido que ser honesta es algo que me pertenece a mí, por mí misma y no debo esperar nada seguro y claro de quién tengo enfrente. A pesar de esto sigo siendo la niña y la mujer de siempre... la que ha reforzado sus bases hechas de valores y ha construido sobre ellas una de las "mujeres" más completas que puedes tener la fortuna (o desgracia) de conocer.