Un día todo encaja. Te das cuenta de lo que es importante y de lo que no.
Aprendes a que te importe menos lo que otros piensen de ti y a que te importe más lo que tú piensas de ti. Te das cuenta de lo lejos que has llegado, y recuerdas cuando creías que las cosas iban tan mal que nunca te recuperarías.
Y sonríes. Sonríes porque estás orgulloso de ti mismo y de la persona en la que te has convertido.