Nunca renegaré de mi pasado, de mis arrugas y de mis heridas...
Porque todo en mí, es el resultado de cuanto viví, decidí y sentí...
Ahora toca alzar la mirada, orgullosa de librar tantas batallas, a pesar de mis imperfecciones, errores o decisiones equivocadas...
Salpicada por esa serenidad que brinda la madurez y con la certeza de saber, que no hay nada que pueda con un corazón libre y esperanzado...