De vez en cuando deberíamos dejar de pensar y dedicarnos a vivir.
Vivir de las emociones que nos producen escalofríos, de esas que vienen como un rayo y nos parten al medio. Vivir de sonrisas que nos brotan sin querer, vivir de abrazos que nos juntan los pedazos y nos reconstruyen de nuevo. Vivir sin miedo a vivir, lanzarnos al vacío, quien sabe? quizás abramos las alas y alcancemos el cielo.