Sólo nos damos cuenta de lo que tenemos, cuando lo perdemos.
Sólo apreciamos el alimento que tomamos, cuando nos falta.
Sólo apreciamos el olor de las rosas, cuando reina la podredumbre.
Sólo apreciamos la luz que baña nuestra mirada, cuando no podemos ver.
Sólo apreciamos el canto de los pájaros, cuando no podemos oír.
Sólo apreciamos la salud, cuando estamos enfermos.
Sólo apreciamos a quien tenemos al lado, cuando se va.
Sólo apreciamos la vida, cuando nos acercamos a la muerte.
Sólo apreciamos una caricia, cuando nadie nos la quiere dar.
Solo apreciamos una palabra, cuando nadie nos quiere hablar.