Benditas sean todas las vueltas que da la vida, porque en una de esas, la gente tropieza con la reina, el sabio, el necio, el rico, el guapo, el feo, el simple. La gente viene al mundo y te das cuenta que al final del juego, todos comparten el mismo vestuario.
La obra termina.
Los aplausos se extinguirán.
El telón se cierra y tanto el malo como el bueno comparten el mismo camerino.