Hay personas muy vacías, que necesitan que la gente hable de ellos, de su buena vida, o que les envidien sus posesiones. Quieren mostrar su ropa de marca, o sus lujos, su casa grande, o su auto del año. Su meta es lograr la validación ajena por lo material. Solo eso. No viven para servir, para ayudar, ni para bendecir con su dinero o sus riquezas. Y un día se van de esta vida con las manos vacías, desnudos como llegaron.
Quizás ganaron el mundo, pero perdieron su alma.
Que tristeza.