Hay veces que la gente quiere que la mandes a la mierda.
Y tú te resistes.
Piensas que mañana será mejor y respiras, pero el sol sale y ellos todavía quieren ir al mismo puto lugar.
Y encuentran nuevas maneras de pedírtelo, casi rogándote.
Y tú sigues sin entender, sin saber por qué.
Y te frustras a cuentagotas y con el tiempo dejas de creer.
Y ellos aprovechan y te convencen, pero más que convencer, te vencen.
Y respiras profundo como buscando tu paciencia, pero ya no la encuentras, porque finalmente a ti también te importa un carajo todo.
Y mandarlos a la mierda ya empieza a sonarte cómo una buena idea.
Cómo una posibilidad inminente. Cómo un final inevitable.
Y esperas.
Y sigues esperando.
Y un día cualquiera, casi sin que te lo pidan, respiras profundo una vez más y con total sinceridad les dices las palabras que ellos tanto han estado esperando...
"Andate bien a la mierda".
Si. Y lo dices con gusto.
Cómo dejando atrás una carga.
Una ráfaga de palabra envueltas en balas.
Y miras sus caras atónitas, casi sorprendidas. Pero el sorprendido de su sorpresa sorprendentemente eres tú.
Y por dentro te sonríes como si hubieras llegado.
Como si la mierda fuera un destino real.
Como si finalmente tú también la
pudieras tocar.
No solo es sano...
A veces también es necesario mandar a todos a la mierda.