"Cuando se presente un problema en tu vida, no temas, no le cierres la puerta, invitalo a pasar.
Dale la mejor de tus sonrisas y hazlo sentir como en casa.
Pídele que tome asiento y ofrécele un poco de agua.
Escúchalo, sin importar que duela porque seguro es algo importante lo que tiene por contarte.
No lo trates con desprecio, es una gran visita y viene a enseñarte, a su forma, a su manera, a su tiempo, a su espacio, a su arte.
Y entonces cuando empieces a saber más de él, se instale cómodamente y comience con paciencia a explicarte, cuando comience a transformarse en oportunidad, entonces sabrás abrazarlo, amarlo y entenderás la belleza de Dios tras cada circunstancia.
Él, después de tan agradable estancia, sabrá retirarse pues ya ha cumplido su misión.
Y créeme no te dirá adiós, será un hasta pronto porque en su infinito amor sólo busca de ti la perfección y cuantas veces sea necesario, se acercará a ti para mostrarte de nuevo el camino"...