Todos pasamos por dificultades en la vida.
Para algunos falta el pan en la mesa, a otros la alegría del alma. Muchos luchan por sobrevivir, otros son ricos pero mendigan el pan de la tranquilidad y la felicidad.
No sirve dominar el mundo a fuera y no dominar el mundo interior, el enorme territorio de su alma.
De qué sirve ser un gigante en la ciencia, pero un frágil niño que no puede navegar en las aguas de la emoción?
Cuando la humanidad aprenda a amar, derramará lágrimas de alegría. Sentirá no por las guerras, sino por las injusticias. Aprenderá que no encontrará la felicidad aunque pueda recorrer todo el universo.
La felicidad, Dios la dejó en un lugar que nadie piensa en buscar: dentro de sí mismo...