¿Cuantas plumas se necesitan para emprender el vuelo?
Las he guardado por años.
Extraña colección, de formas, colores, nuevas, viejas, grandes y pequeñas, pero no sé si tengo suficientes.
Necesito unas alas nuevas, fuertes, capaces de soportar torbellinos y noches de tormenta cuando aprieta la vida, pero suaves, que no pesen al planear en las plácidas tardes cuando la vida se torna amable.
Que aguanten el viaje y sus agitados vientos, sin que importe el destino, ese, donde no tengo elección. Capaces de soportar la jornada sin dejarme caer.
Que combinen con los pájaros de otoño que habitan en mi pelo, con la travesía que tengo en las venas y los amaneceres que se me asoman por los ojos.
Que no cojan frío, ni tiemblen como mis versos cuando llega el invierno, y puedan sostener mi vuelo cuando se vuelva errático.