¿Estamos dispuestos a conectarnos, a pesar del dolor?
¿Estamos dispuestos a permitir que nuestros corazones se rompan juntos?
Cada conflicto es una oportunidad.
Para que los malentendidos sean llevados a la luz.
Para reconocer los lugares en los que hemos dejado de escucharnos a nosotros mismos, y el uno al otro.
En los que hemos sido ilusos, en los que nos hemos disociado de la verdad viviente.
En el que culpamos al otro por nuestra infelicidad.
En el que nos culpamos a nosotros mismos.
En el que nos olvidamos de nuestra verdadera naturaleza.