Esparce por todos los rincones la alegría de tu corazón.
Sea una alegría contagiosa y viva que aleje
la tristeza de los que se comunican contigo.
La alegría es un rayo luminoso que debe estar siempre encendido,
para dar luz a nuestras obras y servir de orientación a quienes
quieren llegar hasta nosotros.
Si hay luz en tu interior y dejas abiertas las ventanas de tu alma,
porque vives la alegría, todos los que viven en tinieblas
y pasan por la calle, recibirán la iluminación de tu luz.