"Creo en los pequeños gestos: invitar a alguien un café, sujetarle la puerta a un extraño, dar propina, sonreír o intentar ser amable incluso cuando no te apetece, dar cumplidos sinceros, correr detrás de la pelota de unos niños, intentar ser más grande —especialmente cuando es difícil. Los demás se dan cuenta de ello, lo aprecian. Los pequeños gestos pueden suponer un esfuerzo pero, irónicamente,
cada vez que tienes uno te sientes un poco mejor y, por un instante, la vida se siente más ligera".