Mi gran acto de magia ha sido aprender a andar en las oscuridades más profundas sin hombros ni pechos en los cuales sostenerme, apoyarme o descansar. Vagar sola por mí mente, tener miedo de mí misma, de mis sombras, de los hilos con los que el temor me sujetaba.
Mi gran acto de magia ha sido salir entera de lugares y personas, de vidas en las que me hice añicos, de brazos en los que fui amada y herida, amé y lastimé. La hazaña de mantener la calma, de no desbordarse o la liberación de soltar todo y hacerme cargo de los daños.
Mi gran acto de magia es hacerme creer que lo he aprendido todo, que puedo con esto y con aquello, que soy la maga de esta función donde los trucos nunca terminan, donde el poder de asombro nunca acaba, donde el aplauso me lo doy yo sola en la almohada por haber vivido un día más.
Mi gran acto de magia es amar, aceptar, soltar, perdonar, son todas aquellas cosas que aún no logro perfeccionar, pero lo intento. Es creer, creer en todos y en mí. Mi gran acto de fe es quererme y soportarme, es escucharme, es no estar de acuerdo con mi renuncia, nunca.
La magia es vivir