PARA CRIAR HIJOS RESPONSABLES, APRENDE DEL ÁGUILA.
La razón por la cual el águila construye su nido con hierbas, plumas y espinas, es muy sencilla.
Cuando el aguilucho ha llegado a cierta edad y tiene condiciones para valerse por sí mismo, la madre saca del nido las plumas y las hierbas, de modo que solo quedan las espinas para que incomoden a la criatura.
El aguilucho ya no tiene confort, entonces las espinas le obligan a buscar una mejor casa.
Ahí entra el águila madre: desde determinado punto de altura lanza a su hijo y empieza a enseñarle a volar. Lo arroja, el aguilucho extiende las alas, pero todavía no puede sostener el aleteo, el viento le gana, y empieza a caer.
La madre lo observa y desciende a su rescate; lo toma con las patas, nuevamente lo sube y repite la operación, lo vuelve a lanzar. Y así, hasta que la criatura aprenda.
Una vez que aprende ya está apto para emprender su propio rumbo.
Las águilas no apañan la dependencia.
Las águilas no mantienen a hijos ociosos, o vuelas o vuelas.
Nada es casualidad, nada ocurre por accidente y todo es superable.
Hay un principio fundamental que es: todo lo que usted está viviendo, es por lo que ha creído, incluso las personas que le rodean.
Usted atrae y aleja a personas que tienen que ver con lo que Ud. está creyendo y quien está “siendo”.
Zig Ziglar decía: “no puedes volar como un águila si estás rodeado de pavos”.
Su manera de pensar y de actuar, en gran parte la define su propio entorno. ¿En qué ambiente vive? ¿Rodeado de personas que le aportan o le restan? Es un ciclo interminable.
Esto es la suma de muchos factores, pero cada uno somos responsable de lo que nos sucede, de las personas que conocemos, de las oportunidades que nos generamos.
Todo cambia cuando usted cambia y deja de atraer a ciertas personas y circunstancias para atraer a otras.
Así es como vamos creciendo, evolucionando y nos podemos dar cuenta de qué tal vamos en este examen llamado “vida”.