Él ya no te dará los buenos días, ni las buenas noches.
Ya no te preguntará cómo estás o qué haces.
No te dirá que te extraña,
que te piensa, que eres hermosa.
Ya no te alcanzará allí donde tú
Dijiste que eras.
Porque tú también no le escribirás más.
No le darás los buenos días y el pensamiento de ti,
de un mensaje tuyo
no lo despertará más por la mañana.
No le dirás que lo extrañas
o que vas de compras,
Ni que estés limpiando o escuchando la misma canción
Por vigésima vez.
No sabrá que, nunca, te acostumbraras a su ausencia y que para siempre un pedazo de ti le quedará a él.
El silencio es la única respuesta que te queda.
Un silencio ensordecedor que no sabes descifrar, pero al que te tendrás que acostumbrar.
Ya no te preguntará cómo estás o qué haces.
No te dirá que te extraña,
que te piensa, que eres hermosa.
Ya no te alcanzará allí donde tú
Dijiste que eras.
Porque tú también no le escribirás más.
No le darás los buenos días y el pensamiento de ti,
de un mensaje tuyo
no lo despertará más por la mañana.
No le dirás que lo extrañas
o que vas de compras,
Ni que estés limpiando o escuchando la misma canción
Por vigésima vez.
No sabrá que, nunca, te acostumbraras a su ausencia y que para siempre un pedazo de ti le quedará a él.
El silencio es la única respuesta que te queda.
Un silencio ensordecedor que no sabes descifrar, pero al que te tendrás que acostumbrar.