Soy una «sin vergüenza».
Sí, ahora me atrevo a decir que no me da «vergüenza» decir no cuando todos esperaban que dijera sí.
Cuando me retiro de un lugar porque no es afín con mi energía.
Cuando le digo a las personas que en tu metro cuadrado puedes hacer lo que se te antoje, pero en el mío no.
Cuando me preguntan ¿tú me amas? y con sinceridad digo no.
Cuando no acepto imposiciones de creencias o presión de grupos o imposición de miedos, dolor y sufrimiento y digo no.
No me da vergüenza cuando me acepto como soy, me visto como quiero, como lo que quiero y voy donde quiero y con quien quiero.
No me da vergüenza llevar mi cabello como quiero.
Cuando escribo lo que siento y lo que quiero.
Cuando recojo las frutas que generosamente los árboles nos entregan.
No, ya nada me avergüenza.
Aprendí que si no te gusta como soy, lo que hago, y el sitio donde estoy, entonces te dejo ir con amor y respeto y no me da vergüenza decirte que la puerta de mi corazón está abierta para quien pueda entrar y está lista para quien quiera salir.
Y sí: soy una sin vergüenza.
Abuela Am Tokati