Las personas fuertes,
sonríen con el corazón roto,
lloran con las puertas cerradas,
pelean batallas de las que nadie se entera,
y hasta saborean disfrutando el vino del triunfo en silencio,
porque saben que todo lo que uno se guarda,
luego Dios es quien lo recompensa en publico
haciéndonos brillar como el oro puro.