Todos somos aprendices, torcidos, equivocados, llenos de cicatrices, heridas que aún sangran y se pueden mejorar.
El alma buena para mí es la que se esfuerza por ser lo mejor que puede ser.
¡No son ángeles!
Si conoces luz y sombra, flores y espinas, piedras y cristales ...
Pero buscan cada día un poquito para alimentar al lobo bueno que existe dentro de ellos.
Son los apaciguadores, a los que suelo llamar bomberos, porque siempre están a la espera en el cuartel para contener un incendio, los que no ofrecen munición a conflictos, cotilleos, pequeñeces ...
Llamo almas buenas a aquellas personas que buscan vivir en paz, que buscan liberarse de su amargura para dar cabida a sus curas.
Pero ser un alma buena no es estar tirado en el suelo para que otros se limpien los pies sucios sobre ti.
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