Había una vez una mamá que se perdió mientras criaba a sus hijos.
Se olvidó de fiestas en la noche porque era imposible dejar a los niños solos en casa.
Se olvidó de tiempo libre ahora tiene que bañarse en menos de 5 minutos y va siempre acompañada al baño.
Se olvidó de lo que se siente que alguien te atienda, ahora ella pasa horas en la cocina, hace desayunos, snacks, cenas, comida y más comida.
Se olvidó de los tacones, aunque aún se le ven espectaculares no son nada cómodos para pasar horas en el parque.
Se olvidó de ir a tiendas a comprarse ropa, porque ya no es divertido hacerlo con los niños, porque es mejor comprarles a ellos cientos de cositas bellas.
Se olvidó de pasar tanto tiempo con amigas, ahora prefiere piñatas y reuniones con hijos.
Se olvidó de sus programas y ahora disfruta ver Bob esponja.
Se olvidó de un trabajo de tiempo completo, pues ahora prefiere contemplar a sus pequeños y decidió escoger un trabajo que se acomode a ellos.
Había una vez una mamá que se perdió en sus hijos... se perdió en ellos porque recibió tanto amor, tanta dulzura, tanta luz que prefirió dejar en pausa algunos sueños personales para construir otros sueños en donde sus hijos si caben.
Y así al perderse se encontró, porque esta nueva versión sonríe más, disfruta más y es capaz de agradecer cada pequeño detalle que sucede. Esta nueva versión comprendió que la soledad es necesaria, y que ella necesita ser feliz primero para que sus pequeños sean felices, comprendió que ser mamá puede complementarse con su roll de mujer, pero también comprendió que las metas y los sueños pueden cambiar o redireccionarse por unos aun mejores.
Así es que piérdete en tus hijos mamá, verás que, aunque parezca que ya no te tienes, te encontrarás como nunca antes lo había hecho, porque los hijos hacen que encontremos esa versión de nosotras mismas en donde somos realmente libres, auténticas, plenas y felices.
Desconozco al autor.