A los que me quieren y me aguantan las quejas, las miradas tristes, y el mal humor. A los que me ven hermosa en el peor de mis días.
A los que me recuerdan el camino y me dan el empujón que me hace falta. A los que me esperan cuando pierdo el norte. A los que me sujetan cuando me caigo, me secan las lágrimas y me hacen nacer sonrisas.
A los que me miran y me ayudan. A los que aguantan mi impaciencia. A los que caminan a mi lado.
A los que me hacen pensar y me piden que, de vez en cuando, frene esa máquina incesante que tengo en la cabeza y que no para nunca. Los que se ríen cuando me equivoco, los que me buscan, los que me encuentran y los que siempre intuyen donde estoy, aunque esté perdida en un viaje interior.
A algunos les han bastado dos minutos para bucear en mi mundo y a otros mil años para arañarme el alma… pero todos han llegado a mis arterias.
A los que me han regalado su tiempo y el lujo de sus palabras, a los que me han visto de cerca y me han querido de lejos. A los que me han dado un pedazo de cielo...y han recibido de mi sólo una migaja, no siempre he estado serena, ni tranquila, ni en paz...
A todos, gracias.
Adaptación de un texto de Mercé Roura.