Hay miradas que ocultan un gran dolor.
Sonrisas que disfrazan desamor
Colores que maquillan la soledad
Caricias no dadas, temerosas de ser rechazadas
Besos delirantes que guían al paraíso pero que mueren en los labios cerrados... sin destino
Hay mujeres rotas que no buscan quien las pegue ni reconstruya.
Hay mujeres rotas que han logrado pegar cada una de sus partes solas... entre caídas y derrotas... entre llantos y risas... entre tristezas y alegrías.
Hay mujeres rotas que a pesar de las cicatrices perennes que las caracterizan van firmes y erguidas... orgullosas de sus heridas... valientes no las ocultan.
Hay mujeres rotas que a pesar de todo siguen guardando fuego en las venas... pasión en el corazón... deseos en la piel y los labios.
Pero ellas, las rotas, son tan fuertes y majestuosas que no cualquiera puede tenerlas... quizá se dejen besar... acariciar... gozar... pero no amar.
Para amarlas debes verlas dentro... en su alma... sin miedo...
Y es aquí donde ellas vuelven a estar como las han encontrado: solas...
Porque su alma es fuerte y resplandeciente... es oscura para los mal intencionados pero nítida como la mañana para quien en verdad desea penetrarlas y amarlas.
Ellos, los no dañados huyen... les temen... los pretextos son su argumento... ellas les sonríen y les enseñan la puerta de salida.
Pero hay otros, los que también fueron rotos... ellos aún con miedo se quedan... se arriesgan... a veces retroceden, pero paran... respiran... avanzan... se quedan.
Ellas, las rotas deciden si van o no... ellos, los rotos deciden si las toman y las aman libres...
Ellas no necesitan ser reparadas, lo hacen solas... ellas necesitan ser amadas...
Ellos los que tienen el valor de quedarse y descubrirlas deben dejar de intentar pegarlas y comprender que sólo requieren ser ellos mismos, sinceros... leales... compañeros...
Sí, hay mujeres rotas y así van orgullosas.
Sahily Barranco Escalante