Con los años cambiamos o al menos comenzamos a ver la vida como realmente es y entendemos que no siempre uno se puede comer la vida, sino que a veces ella nos traga en un solo instante.
Con los años abandonamos hábitos como enamorarse de unos ojos o una sonrisa, dejamos de enamorarnos de extraños porque ya lo hemos hecho antes y aprendimos que hermosas fachadas extrañas muchas veces no son más que catedrales de egos, de histerias escondidas que harán de nuestras vidas verdaderos infiernos.
Dejamos de priorizar a quién solo sabe decir palabras bonitas, ya no le regalamos el corazón al primero que nos llame amor, porque sabemos que el amor no se dice, se demuestra, aprendimos que los hechos cuentan mucho más que las palabras.
Ya no invertimos el tiempo en buscar quién nos haga sentir una persona completa, ni a alguien que nos resucité de la inercia sin sentido que es cada día, porque al final entendimos que las únicas que nos puede devolver la vida es la persona que nos mira al espejo cada mañana, que eso de buscar salvavidas no sirve porque la mayoría de las veces nos abrazamos a ellos sin ver los agujeros que esconden y terminamos ahogándonos.
Los años nos llevan a aprender buenos hábitos como amarse a un@ mism@, a ser feliz en nuestro propio mundo sin necesidad de llenarlo con gente vacía.
Aprendamos que el camino a la felicidad comienza por amarnos antes que buscar que nos amen, porque si no podemos amarnos estamos condenad@s a aferrarnos a cualquier cosa creyendo que es todo lo que merecemos y tal vez no podamos ver que el precio que debamos pagar sea demasiado alto.
Amate a ti mism@... el resto llegará cuando sea su tiempo...
Con los años abandonamos hábitos como enamorarse de unos ojos o una sonrisa, dejamos de enamorarnos de extraños porque ya lo hemos hecho antes y aprendimos que hermosas fachadas extrañas muchas veces no son más que catedrales de egos, de histerias escondidas que harán de nuestras vidas verdaderos infiernos.
Dejamos de priorizar a quién solo sabe decir palabras bonitas, ya no le regalamos el corazón al primero que nos llame amor, porque sabemos que el amor no se dice, se demuestra, aprendimos que los hechos cuentan mucho más que las palabras.
Ya no invertimos el tiempo en buscar quién nos haga sentir una persona completa, ni a alguien que nos resucité de la inercia sin sentido que es cada día, porque al final entendimos que las únicas que nos puede devolver la vida es la persona que nos mira al espejo cada mañana, que eso de buscar salvavidas no sirve porque la mayoría de las veces nos abrazamos a ellos sin ver los agujeros que esconden y terminamos ahogándonos.
Los años nos llevan a aprender buenos hábitos como amarse a un@ mism@, a ser feliz en nuestro propio mundo sin necesidad de llenarlo con gente vacía.
Aprendamos que el camino a la felicidad comienza por amarnos antes que buscar que nos amen, porque si no podemos amarnos estamos condenad@s a aferrarnos a cualquier cosa creyendo que es todo lo que merecemos y tal vez no podamos ver que el precio que debamos pagar sea demasiado alto.
Amate a ti mism@... el resto llegará cuando sea su tiempo...