Que no se me olvide ver el cielo, respirar profundo, rememorar los proyectos que pasean por mi mente y me encienden el alma.
Que no se me olvide tener un rato a solas para volver a casa y recordar cada uno de mis recovecos internos.
Que no se me olvide preguntarme si soy feliz con la vida que llevo, que no se me olvide, sobre todo, tener el coraje para responder con sinceridad, sabiendo que siempre se puede cambiar el rumbo, teniendo mi norte, mi propósito por delante.
Que no se me olvide permitirme llorar, callar, gritar, reír, sin prejuicios, sin vergüenza.
Que no se me olvide estar en el momento presente, salir corriendo de la rutina y ver las estrellas, aunque sea unos instantes.
Que no se me olvide llevar mis manos al corazón, aunque sea una vez en el día y quedarme allí, sintiendo a la viajera, a la peregrina que me habita en todo su esplendor, porque tal vez los latidos de mi alma sean el tambor sagrado que no quiere que olvide que soy eterna,
que soy, simplemente soy cuando me animo a no olvidarme.
Que no se me olvide tener un rato a solas para volver a casa y recordar cada uno de mis recovecos internos.
Que no se me olvide preguntarme si soy feliz con la vida que llevo, que no se me olvide, sobre todo, tener el coraje para responder con sinceridad, sabiendo que siempre se puede cambiar el rumbo, teniendo mi norte, mi propósito por delante.
Que no se me olvide permitirme llorar, callar, gritar, reír, sin prejuicios, sin vergüenza.
Que no se me olvide estar en el momento presente, salir corriendo de la rutina y ver las estrellas, aunque sea unos instantes.
Que no se me olvide llevar mis manos al corazón, aunque sea una vez en el día y quedarme allí, sintiendo a la viajera, a la peregrina que me habita en todo su esplendor, porque tal vez los latidos de mi alma sean el tambor sagrado que no quiere que olvide que soy eterna,
que soy, simplemente soy cuando me animo a no olvidarme.