En vez de quejarte por todo... agradece por todo. Lo bueno, lo malo, o lo complicado. No te imaginas como cambiará tu vida y tu energía. Agradecer te libera, te sana, y te permite enfrentar la vida con alegría. ¿Por qué? Porque cuando agradeces, la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará tu mente y tu corazón en Cristo Jesús!