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domingo, 27 de febrero de 2022

Nadie me verá tan perfecta hasta la hora de mi muerte.

 


Nadie me verá tan perfecta hasta la hora de mi muerte. Ahí seré la mujer ejemplar, la mejor, la buena amiga, seré la mujer que amó como pocas. Seré la mujer entregada en exceso, la que reía en las tragedias para no romperse más. Cuando muera todos dirán que fui una mujer a la que valió la pena conocer, de ojos brillantes, de mente inquieta, de manos suaves y repleta de caricias para dar. 
¿Por qué no lo ven ahora que estoy viva? 
Porque no me lloran justo ahora que puedo recibir un perdón a tiempo, aún puedo contemplar el rostro de quién arrepentido está por un día herir mis emociones. ¿Por qué no hablan de mí ahora que puedo escuchar sus palabras para que me reparen más?
Estoy enferma por días y no me visitan, no me buscan. Sí supieran que he muerto harían hasta un epitafio en todos los muros con mi nombre, divulgarán que alguna vez me abrazaron. Sentirán nostalgia de no volver a ver mis gestos, querrán correr a verme dejando aún lado el orgullo necio, añorando tiempo para por fin verme, quitando el castigo que según merezco con su indiferencia. Querrán levantar mi cuerpo y hacerme estremecer. 
Estaré quieta como nunca me tuvieron, andaré danzando en otro plano, estaré ausente de todos, no podrán escucharme cantar, recitar, no volverán a escuchar de mi boca un te quiero.
Justo Ahorita estoy en una reconstrucción que nadie comprende, estoy luchando con mi mente, deberían de llamarme, de contarme que admiran de mí, deberían citarme para beber café, para brindar con vino. Estaría maravilloso un mensaje de quien extraño, deberían hablar de mí y de todas las veces que soltaron una carcajada.  Estoy sanando cosas y tantos pasados, estoy limpiando mi alma de los amores que me hicieron creer que sus sobras eran cariño. 
Estoy soñando que llegan, que no se van y se van que sea en paz, en vida. Estoy esperando que me demuestres cuanto es que me quieres.
Yika