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viernes, 24 de diciembre de 2021

EN ESTE VIAJE LLAMADO VIDA APRENDÍ...

 


EN ESTE VIAJE LLAMADO VIDA APRENDÍ...
Aprendí a observar y a escuchar más que hablar. Entendí que tener voz, también es saber callar. El ruido no es sinónimo de sabiduría. Aprendí que tú sabiduría molesta al tonto y al necio, y ante ellos es mejor callar.
Aprendí a valorar la calidad, el contenido más que la cantidad, no se trata del envase si no de lo que tienes adentro. En un mundo que se empeña en darle valor al envase, al cuerpo, a lo desechable, entendí que lujo es tener amor. Éxito es tener paz.
Aprendí que llevar riqueza material es la manera más triste de tratar de ser feliz. Y que el estado de mayor prestigio es aquel en el que, para ser, no necesita tener, se puede vivir con muy poco cuando sobra amor, que muchas veces tener dinero te hace desconfiado y te aleja de las personas, a veces cuando no tienes nada que perder es cuando más te das a los demás, compartir un pan por la mitad te hermana con quien tiene hambre.
Entendí que sólo puedo experimentar la libertad, cuando me permito vivir la vida que he elegido, y no la que otros quieren que viva.
Aprendí que la gratitud es la píldora para el alma enferma y que la felicidad viene cuando lo que pesa, sofoca y bloquea, se va.
Viajar te hace sabio, te hace feliz, nos limitamos tanto de viajar, lo dejamos para mañana cuando tenga tiempo, cuando tenga dinero, cuando tenga Salud, nos vamos apagando poco a poco sin darnos cuenta, y desgraciadamente lo descubrimos cuando ya no habrá salud, o dinero o tiempo.
Hermana, hermano se feliz con lo que tienes, no necesitas más, muchas veces la causa de tu infelicidad es pensar mucho más en lo que no tienes, que en lo que si tienes. Si te detuvieras solo un momento a reflexionar en esto te darías cuenta que eres millonario, porque tienes amor en tu vida, amas y eres amado.
Tan amado que Cristo dio la vida por ti, nunca caminas solo, él te acompaña a donde vayas. Aunque no lo veas, aún y que no se lo agradezcas, pues los padres amamos así, incondicionalmente, aún que no nos busquen, aún que no nos visiten, aún que tu hijo se haya ido muy lejos.
A ti que me acompañas todos los días, aún que a veces no comentes, sé que estás ahí y te agradezco que formes parte de este viaje llamado vida, mi vida y tu vida se cruzaron, entre tantas épocas, tantos países, coincidimos, me encantaría conocer tu nombre y desde donde me lees, a la distancia te mando un gran abrazo sin importar tu raza, tu religión, tu sexo, eres mi hermano(a) y te quiero, tanto es así que mi motivo de levantarme todos los días es hacerte más ligera la carga, colaborar contigo para hacerte menos difícil afrontar ese problema que no te deja dormir, sé que a veces no lo logro, pero doy lo mejor de mi intentándolo.
Que Dios nos bendiga grandemente. 
Autor:  Desconocido