"No hay fecha que no se cumpla ni plazo que no se llegue. Decía la abuela, a todos nos llega el tiempo, en que ¡aprendemos a la buena o aprendemos a la mala, pero aprendemos!...
Llegó el día en que aprendí...
A dejar de vivir entre comillas y desembarcar los pensamientos, que sin rumbo e irreverentes en el tiempo, navegaban en un mar de nostalgias y memorias que consumen (...) Aprendí a ir en contra del viento y sujetarme el cabello con nudo reforzado, para ir confiada y sin estorbo. Aprendí a dejar fluir las lágrimas como la más eficaz cura y sentir como se va templando el alma. Aprendí a no esperar un momento especial para estrenar una nueva sonrisa... Ni esperar para conocer mi mirada más risueña y del corazón escuchar su ritmo mas inédito...Aprendí a curiosear entre mis silencios, incluso entre mis estruendos y descubrir lo efímero de mis miedos y la fortaleza de los sueños que llevo dentro.
Aprendí que en la vida lo más importante es llevar en el equipaje: la sonrisa amplia, el abrazo sincero, la palabra justa, la memoria cernida y que el amor, el cual enriquece la vida en todo momento, se asome por los ojos y las acciones.
Aprendí a cantar afinada entre el barullo, bailotear entre los defectos del camino y a dar gracias por lo que el tiempo, la vida y la bondad del cielo me han enseñado (...)".
Autora: Marcela J. Villalón