Una palabra puede durar un segundo, luego te ríes y la olvidas.
Una caricia puede durar un segundo, luego sigues caminando y la olvidas.
Un beso puede durar un segundo, después duermes y lo olvidas.
Pero el recuerdo de una palabra dicha en el momento adecuado, el recuerdo de una caricia dada en el momento oportuno y el recuerdo de un beso
o una caricia dada cuando tu alma tenía ganas de llorar, permanece eternamente.